Tengo la impresión inequívoca que soplan vientos en el mundo annciando justicia. Tu poema es monumental y suelto, libre como las piedras que pare la tierra. Ésta acaricia las manos que las levantan para tornarse contundentes y sacando chispas en el aire; pero luego -desgraciadamente- esas manos caerán ensangrentadas ante la velocidad del criminal acero.
La tierra estremecida y sanguinolenta, con músculos y huesos, y dedos amputados ¡qué masacre!. Mientras los Generales celebran sus orgías, sus adláteres cumplen órdenes sin dudas ni murmuraciones con la consigna de dar en el blanco, en el pecho del obrero.
Leyendo otras poesías, ya tenemos un ritmo de armonías augurales en América con tu batuta en ristre, mi querido Gabriel, y sí que son buenos vientos desde barlovento.
Con mi cálido y combativo abrazo:
raul galvez cuellar
Gabriel Impaglione
Argentina
Y va la bala y la bala va y siempre va, entonces se cae,
se cae se cae se cae se cae y se vuelve a caer
hasta que sale la piedra, la piedra sale y sale la piedra
y luego la bala viene y va la piedra y viene la bala,
la bala va, junto a la piedra, y se cae, y se vuelve a caer.
Movimiento contìnuo de la bala y la piedra y la muerte
que va y que viene, la muerte con la bala y con la piedra.
Y la tierra que mira verdugos, desterrados, y mira
la tierra, sòlo puede mirar, y parir piedras y beber
la sangre que cae por la piedra y la bala y la bala y la bala
hasta que pueblos y balas y piedras agotando muerte
se vuelvan contra los cinco generales que nunca
caen, porque no caen los generales, los generales no
caen, ni caen Sus Encorbatadas Señorìas que pagan y
ordenan muerte y bala y bala y muerte y muerte y bala
y entonces la tierra y las piedras y las balas
haràn Justicia.
Raùl Gàlvez Cuèllar
Perù
Patria Amèrica
Libertar la patria
y al hombre americano es la voz de la hora
no importa si para ello
hay que poner el dedo en el gatillo.
No es una bravuconada
sino la estaciòn del proceso
evolutivo de la historia
en su social devenir.
Donde el hombre al fin y al cabo
despuès de soportar la tiranìa
revienta inevitablemente
cual un fenòmeno de la naturaleza,
como cuando va llover y lloverà.
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