En Agosto y Setiembre del 2005 el Perú fue sacudido por el magma sísmico de MELOPOEFANT, con la presencia en diversos eventos literarios, del poeta peruano José Pablo Quevedo quien radica en “El Berlín de las mil y una noche”, según frase que inscribe en “ORILLERO MAR”, libro reciente y simultáneamente editado con “HUELLARIOS DEL FUEGO Y DEL CARACOL”: el aeda pues viene de protagonizar en su país de origen las presentaciones de sus dos últimos libros de poesía.
Como se sabe, MELOPOEFANT [Sismo Poético Resistente con sede en Berlín y del cual Quevedo es co-fundador], es un movimiento poético–cultural humanista que reúne a destacados creadores de varios continentes, y desarrolla intensa actividad –entre ellas la editorial-, desde la unificación de las dos Alemanias.
Filósofo de raza y poeta por obligación del destino, José Pablo Quevedo sigue asombrando a la crítica por la hondura de su pensamiento y por su singular estilo. Identificado con la Naturaleza y comprometido con la historia de América vía Mundo Andino, su obra sobrepasa al puro goce estético y alcanza in fine el ideal social y espiritual del arte para la transformación del hombre.
El poeta–filósofo, o filósofo-poeta, no importan denominaciones, nos conduce al rompimiento del orden lógico, al trastocamiento de las disposiciones espaciales y a la supresión de la linealidad habitual. Huye de la realidad pero hace real a la física como en un automatismo psíquico puro que consagra el poder absoluto del instante, ajeno a todo control ejercido por la razón.
Quevedo ha meditado en los lineamientos de Thales, Anaxímenes, Heráclito, Parménides, Pitágoras, Jenófanes o Demócrito, porque incorpora en su poética elementos fundamentales como el agua, el aire, el fuego, la luz, la naturaleza o el átomo; pero estos basamentos filosóficos que convierte en sillares poéticos, tienen el acabado de la filosofía alemana de todos los tiempos, y así podemos señalar a Fichte, Schelling, Krause, Hartman, Schopenhauer, Leibniz, Kant, Hegel, Heidegger y Wittgenstein; lo que no quiere decir que José Pablo no tenga su propia filosofía, puesto que sí la tiene y es la del MUNDO ANDINO con sus connotaciones geopolíticas, e híbridas por la inserción de nuevos valores sociales que condicionan la adquisición de hábitos en sociedades determinadas, partiendo asimismo de determinado momento histórico, lo cual plantea para el filósofo la validez del conocimiento científico en el curso de los procesos culturales, psicológicos y sociales.
Quevedo guarda distancia entre el dogmatismo y el escepticismo, y se orienta hacia el criticismo kantiano; es racionalista a lo Descartes, y relativista como Spengler; naturalista como Spencer, e idealista absoluto como Hegel; dialéctico como Marx o Engels, y existencialista como Heidegger. También apreciamos en sus libros influencia del positivismo lógico de Wittgenstein, y principalmente en el empleo y análisis del significante en la cadena lingüística.
Esta formación académica unida a su innata sensibilidad, propiciaron en el poeta la contemplación filosófica, ensanchando los límites del YO, partiendo del NO-YO. En efecto, según Bertrand Russell, se alcanza la ampliación del YO cuando no se la busca directamente y se trasciende al universo. Y contrario sensu, en la especulación filosófica, el egoísmo es un obstáculo para el crecimiento del YO. “En la contemplación, al contrario, partimos del NO-YO, y mediante su grandeza son ensanchados los límites del YO; por el infinito del Universo, el espíritu que lo contempla participa un poco del infinito”. Estas notas transcritas del libro “Lecturas Filosóficas' de Augusto Salazar Bondy, y que refieren a “El Valor de la Filosofía” de Bertrand Russell, nos llevan a considerar el espíritu colectivo del poeta y su sentimiento generoso, obtenidos de su contemplación opuesta a la especulación:
En los ojos del tiempo
su YO
y su plural.
Y entre los dos
el no-yo [Los Deshielos del Tiempo]
[...]y se perpetúan
mil yoes sobre las arenas
[Huellarios del Fuego y del Caracol]
Otro elemento básico en la poesía quevediana es la PIEDRA. “En el interior de las piedras están los sueños de los hombres”. “Piedra soy. Perfecto es tu soñar”. “Los ojos que ven el mundo son los ojos de la piedra”, son algunas de sus expresiones. Entre la variada fauna que vive en su poesía, destaca el CARACOL, que suplanta al poeta. Ha dicho Hegel del poeta lírico, que aunque éste trate temas objetivos, 'el gran poeta lírico se alejará y terminará por hacer su propio retrato'. También José Pablo es tierno y reminiscente como Oquendo de Amat. 'Cavila aún desde un niño el corazón' es el titulo de un bello poema en 'Orillero Mar', donde se lee que 'la luna que conoció / en su país de sueño, era otra'. Este mismo corazón de niño no permite que mueran los caracoles cuando llueve en Bernau donde habita el poeta: cuando éste se dirige a la Estación de Trenes de Bernau para trasladarse a Berlín, los moluscos se desplazan alegremente por las pistas y veredas que brillan bajo la lluvia; y es entonces, que in itineri, el escritor los levanta cuidadosamente y los devuelve a sus yerbas para evitar que sean pisados por automovilistas, ciclistas o simplemente por peatones. Sólo este hermoso gesto de amor, refleja al artista genial. Ha dicho José Carlos Mariátegui en '7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana', que 'el artista genial no es ordinariamente un principio sino una conclusión. Aparece, normalmente, como el resultado de una vasta experiencia'.
El ilustrado criterio de nuestro poeta caracolero y filósofo, ha desbaratado dialécticamente las tesis del río de Heráclito, de la luz de Platón, o de la piedra de Darío, para mencionar sólo unos ejemplos que desarrollaremos adelante. [No olvidemos que en 'Lo Fatal' del gran Darío, la piedra es dura e insensible]. En el entretanto, saludamos las impecables publicaciones en Lima de los libros ORILLERO MAR y de HUELLARIOS DEL FUEGO Y DEL CARACOL bajo el sello de Alejo Ediciones y bajo el cuidado de Santiago Risso.
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