Análisis Literario
Llega con los vientos del Caribe el poema PECADO de la distinguida poeta puertorriqueña Carmen Amaralis Vega Olivencia (CAVO), quien escribe a horcajadas -de vez en cuando-, sorprendiendo cada vez más con una palabra que refleja su obra poética: MISTERIO.
Tengo la impresión que CAVO se divierte sembrando la duda entre sus lectores, al impersonalizar el destino de estos 24 versos, no obstante que a ratos es muy clara precisando circunstancias objetivas.
El sol permanente de Puerto Rico y sus brisas marinas le conceden esa fuerza telúrica que desborda generosamente en una poesía que sabe encubrir y descubrir la intimidad del alma y del cuerpo.
Bajo una forma coloquial y concluyente afirma rotundamente:
"Sí, es a ti a quien miro...
Sí, es a ti a quien miro de soslayo..."·
Pero luego se diluye en una decodificación difícil y ambivalente que puede atribuirse a la primera o segunda persona, configurando un dualismo donde vuela la imaginación y la experiencia de la autora en lo que podríamos llamar "arte poética".
Pero CAVO va aún más allá, porque a una interpretación multilateral es capaz de involucrar a tercera persona, siendo de perfecta aplicación la "cama mullida", los "murmullos tibios", los "suaves suspiros" o las "mil mariposas volándote en tu centro". Y sabemos lo que significa para CAVO el Centro: la esencia del ser metida en la misma médula del esqueleto.
Este no es un poema para leerlo superficialmente sino para considerar una poesía contradictoria y atrevida. Bastaría citar "la negrura del deseo" o "un cofre de ébano" para somorgujar en las espumas de sus aguas inagotables.
Carmen Amaralis Vega Olivencia (CAVO), toca las nubes como Poeta al escribir en "Pecado":
"Y te quedas quietecito,
con la certeza de que tarde o temprano
bajará el telón"
Mis Felicitaciones querida amiga Carmen.
raul galvez cuellar,
Lima, 22 de abril de 2012
Si, es a ti a quien miro
con este brillo en los ojos
que guarda la negrura del deseo.
Con esa media luna
que te habla de una cama mullida
bajo el terciopelo de tu espalda.
Los labios entreabiertos
dejan claves en murmullos tibios
y en suaves suspiros percibes
las mil mariposas volándote en tu centro.
Si, es a ti a quien miro de soslayo
Y no tienes fuerzas para seguir el rumbo
sin detenerte a navegar
en mis aguas
turbias de delirios locos,
atrevidos,
inciertos.
Y te quedas quietecito,
con la certeza de que tarde o temprano
bajará el telón
Y en las sombras, te retorcerás agradecido.
Mientras yo regreso a mis rutinas
guardando mi pecado
en un cofre de ébano y espumas.