He aquí algunos de mis Pensamientos que en breves días aparecerán en mi nuevo libro "Aforismos", escrito en mi paso por el "Bulevar de los Autores" de la Casa de la Literatura Peruana.
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viernes, 19 de febrero de 2010
A F O R I S M O S
viernes, 5 de febrero de 2010
C A S L I P
A la Casa de la Literatura Peruana
Pita el tren, pita el tren...
el trasandino rojo,
aquí nomás, a escasos metros
donde se alargan los rieles paralelos
hasta las altas cordilleras.
Pasa el vértigo
de reflectores encendidos
para llevarse al tiempo
sonando la campana
que hace correr alegres a los niños
y a nosotros también.
Casitas felices
suben al Cerro San Cristóbal
con los colores de familias
que andan por los senderos
entre la amplia grama
que levanta palmeras y faroles.
El Rímac desborda
todos los días un rumor de frescura
que atraviesa la glorieta
bajo la sombra de sus tejas.
El río amigo
hace temblar las hojas y cantar en los nidos,
se cuela entre rejas y barandas,
juega en escaleras y puentes,
acaricia las columnas de los portales.
Aquí nomás a una cuadra
de la Plaza Mayor y Palacio de Gobierno,
rueda el estruendo del fierro:
puntual visitante de vitrales,
en las naves lector infaltable.
He ahí el Cerro San Cristóbal,
la Panamericana y el Rímac,
el Malecón con su flora y fauna...
Y he aquí la vía férrea
que sostiene al trueno
que pita y alumbra con saludo de campana,
y queda para siempre
en los flashes y recuerdos.
Raúl Gálvez Cuéllar,
Lima, 06 de febrero de 2010
Pita el tren, pita el tren...
el trasandino rojo,
aquí nomás, a escasos metros
donde se alargan los rieles paralelos
hasta las altas cordilleras.
Pasa el vértigo
de reflectores encendidos
para llevarse al tiempo
sonando la campana
que hace correr alegres a los niños
y a nosotros también.
Casitas felices
suben al Cerro San Cristóbal
con los colores de familias
que andan por los senderos
entre la amplia grama
que levanta palmeras y faroles.
El Rímac desborda
todos los días un rumor de frescura
que atraviesa la glorieta
bajo la sombra de sus tejas.
El río amigo
hace temblar las hojas y cantar en los nidos,
se cuela entre rejas y barandas,
juega en escaleras y puentes,
acaricia las columnas de los portales.
Aquí nomás a una cuadra
de la Plaza Mayor y Palacio de Gobierno,
rueda el estruendo del fierro:
puntual visitante de vitrales,
en las naves lector infaltable.
He ahí el Cerro San Cristóbal,
la Panamericana y el Rímac,
el Malecón con su flora y fauna...
Y he aquí la vía férrea
que sostiene al trueno
que pita y alumbra con saludo de campana,
y queda para siempre
en los flashes y recuerdos.
Raúl Gálvez Cuéllar,
Lima, 06 de febrero de 2010
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