viernes, 15 de mayo de 2015

SAPEROS VIEJOS

A: Raúl Gálvez Cuellar.


Desde que lo vi por vez
primera
supe de su destreza sapera
lo vi caminar a la orilla del
río
en Santa Eulalia, en la finca
del poeta,
en busca de un batracio para
frotarse las manos.

El ulular del viento en pleno
otoño,
la pitada del tren, el sonido
plácido del río
parecía estar en un festín
entre flautas y tambores
note en él la alegría de
encontrar un Sapo en su camino
de repente escuche una fuerte
carcajada.

“Empezó la fiesta gritó”.

Entro al salón de juego sonriente
como un niño
frotándose las manos y
acariciando su blanca barba
parecía estar viendo al Inca,
cuando quería jugar tiro al Sapo
ahí estaba el, todo sonriente,
con la mirada altiva
posando al lado del cajón del
Sapo.

Con voz potente gritó
“solo necesito cuatro fichas
para tres Sapos”

Pago cien lucas, si embocas con solo dos fichas
dijo sonriente, Jorge Aliaga
Cacho, recién llegadito de Escocia,
cosa que muy sonriente se adhirió
el gran José Pablo Quevedo.

En la mesa brillaban a la luz
del sol las diez fichas doradas
esperando ser embocadas en la
boca del bronceado batracio,
yo muy atento esperaba el
inicio de la jornada
mientras el Sapo, con la boca
abierta de par en par
contemplaba a los Saperos
viejos.

Que sorteaban, quién de ellos
lanzará primero.

Mientas Raulito Gálvez Cuellar
decía,


Ay Sapito cuanto te quiero.
Raúl Gálvez Cuellar, Jorge Aliaga Cacho y José Pablo Quevedo.





















Huacho Mayo 2015
Julio SolorzanoMurga

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